30 de agosto de 2013

Curso sobre Derecho Aduanero en Rosario

por NMC

En los pasillos de la aduana local encuentro el afiche que ilustra este post.
Me hice un tiempo y busqué algo de información adicional en el sitio web de la Facultad de Derecho de la Universidad de Rosario, que transcribo a continuación.
El curso es dictado por el Dr. Jorge Celso Sarli (ver aquí su CV), destacado jurista que integró el Tribunal Fiscal de la Nación desde 1986 hasta el año 2010.

Si bien la capacitación parece tener un carácter más bien introductorio por la diversidad de temas que aborda, entiendo que se trata de una oportunidad inmejorable para escuchar y dialogar mano a mano con un profundo conocedor de la materia aduanera. 
 
Curso independiente de Derecho Aduanero 
Año Académico 2013 | Sector Posgrado | Facultad de Derecho, UNR. 

Docente: Jorge Sarli.

Dirección: Mario A. Saccone.
Coordinación: Norma B. Alessio.
Organiza: Escuela de Graduados, Facultad de Derecho U.N.R.

Inicio: 13 de septiembre de 2013.
Días y horario: viernes 13, 20 y 27 de septiembre; 4, 11, 18 y 25 de octubre y 1, 8, 15, 22 y 29 de noviembre de 15 a 20 horas.
 Destinatarios: Abogados y otros profesionales interesados en la materia (Contadores, Despachantes de aduanas y afines).

Aclaración: Los abogados podrán rendir un examen y así obtendrán certificado de aprobación del curso; para los restantes cursantes no abogados no tendrán obligación de rendir examen y se le extenderá un certificado de asistencia al curso a través de la Secretaría de Extensión.
En todos los casos deberán concurrir el 85 % de las clases.

Temario: DERECHO ADUANERO. Ámbito Espacial - Territorios Aduaneros - Auxiliares de Comercio y Servicio Aduanero - Importadores y Exportadores - Tributos Aduaneros (Derechos de Importación - Impuestos de equiparación de precios - Derechos Antidumping y Compensatorios - Derechos de Exportación). Delitos Aduaneros. Infracciones Aduaneras. Procedimientos para la aplicación de sanciones administrativas y judiciales.

Informes: normaalessio@grupoip.com

Valor: $1500. 
Inscripción y pago: en COFADE, planta baja de la Facultad, de Lunes a Viernes de 8:00 a 20:00 horas.

Cupos limitados 

Escuela de Graduados, Facultad de Derecho U.N.R.
Córdoba Nº 2020 – 1er. Piso Tel/fax: 4405600 int. 147/148.
E-mail: graduados-der@fder.unr.edu.ar
Sitio web: www.fder.unr.edu.ar
blogspot: www.graduados-fder.blogspot.com 
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6 de agosto de 2013

Por el comercio administrado caen un 50% las exportaciones de Santa Fe

Comparto a continuación un artículo publicado en el Suplemento de Comercio Exterior de La Nación de hoy (ver aquí enlace).  
Su autor, Carlos Rafaelli, además de ser el Gerente de la Cámara de Comercio Exterior de Santa Fe, es un destacado profesional con vasta experiencia en la internacionalización de empresas.
Además es un gran amigo y una excelente persona, por lo que me alegra que su aguda mirada pueda ser difundida en un medio de alcance nacional. Espero ésta sea la primera de muchas otras notas más.

El comercio exterior ha dejado de ser una meta en sí mismo para las empresas de nuestra región.
La Argentina ha sido y es un país bastante ciclotímico a la hora de definir su política de comercio exterior y tuvimos numerosos inconvenientes para definir su vinculación con el mundo. Este comportamiento no sólo genera desconcierto en los compradores, sino en las mismas empresas locales, ya que nunca tienen claro si es necesario seguir invirtiendo en maquinarias y materia prima con las que luego no sabrán qué hacer si se instrumentan políticas que desalientan en comercio internacional.
Lejos parece quedar el tiempo en que numerosos empresarios se mostraban ansiosos por incorporar nuevos procesos productivos, viajar a ferias internacionales y en misiones comerciales con la única y saludable intención de conquistar nuevos clientes y mercados.
La sensación es que en muchos aspectos el mercado interno es demasiado importante y que les permite a la mayoría de nuestras empresas encontrar la rentabilidad que otrora les reportaba el mercado externo. Si bien en sí mismo no representa un problema, sino más bien un signo positivo, genera sus inconvenientes a la hora de seguir produciendo aquellos productos destinados a los clientes internacionales.

El tema central de la mayoría de los exportadores es la pérdida de competitividad de sus exportaciones, situación que se hace más notoria en aquellas empresas, que producto de la notable recuperación de las exportaciones argentinas a partir del 2002, volcaron gran parte de su producción al mercado externo. Esta situación es resultado de un sencillo análisis.
Ningún producto, por más valioso que sea, resiste la acción de dos fuerzas contrapuestas: por un lado, precios mundiales tendientes a la baja (productos industriales con sobreoferta a mundial, no commodities), y por otro lado, alza de precios de materias primas, materiales e insumos en el mercado interno a un promedio del 20/25% anual, a los que hay que sumar el ajuste salarial producto de las paritarias.
A esto se le se suman las restricciones a las importaciones que afectan la provisión de insumos o partes destinadas a la ampliación de la producción (esta situación en muchos casos, genera en los exportadores retracción a la hora de buscar nuevos clientes, ya que no saben si podrán luego cumplir con los compromisos asumidos).
En otros casos, impiden la captación de nuevos mercados, producto de represalias por parte de los países que se ven afectados.
También debe agregarse la coexistencia, por un lado, de la obligación del pago de los derechos de exportación, y por otro lado, el bloqueo en el pago de los reintegros. Ambos con un fuerte impacto sobre la competitividad (hay que considerar que una empresa industrial si es pasible de ambas restricciones tiene por un lado, la obligación de pagar el 5% de retenciones y por otro lado, deja de cobrar el 5% aproximadamente en concepto de reintegros.

En el interior 
Uno podría destacar algunos problemas que se presentan para los exportadores del interior pero que no son exclusivos de nuestra región, sino más bien, producto de una concepción de país cuyas decisiones están muy concentradas en la Capital Federal. Se nota así:
  • Inexistencia o no funcionamiento de delegaciones en la provincia de organismos nacionales específicos (por ejemplo, INAL). 
  • Los certificados SGP sólo se tramitan en la sede del Ministerio de Industria de la Capital. 
  • La obligación para las empresas que operan por la aduana de Santa Fe de pagar servicios extraordinarios cuando los mismos son brindados en horarios fuera de la jornada habitual. 
  • Pocas opciones para el envío de cargas consolidadas realizando aduana en origen. 
  • Dificultad para el posicionamiento de contenedores en el interior, en parte, por las restricciones a las importaciones. 
Comienzan a aparecer en el empresariado del interior preocupaciones respecto del futuro. Cualquier corrección que pudiera hacerse en este momento evitaría problemas mayores.
Es bien sabida la calidad de nuestros productos y la destreza de nuestros empresarios a la hora de salvar situaciones delicadas y reponerse casi de manera sorprendente (tal como sucedió con el fin de la convertibilidad). Entonces, cabe la pregunta: ¿debemos esperar a ingresar en una instancia terminal de esta crisis, o es mejor adoptar aquéllas medidas que la reviertan en esta altura de su evolución?
El reclamo de nuestras empresas es coincidente: políticas de Estado que perduren en el tiempo, promoviendo el comercio exterior y protegiendo el trabajo argentino. Desorienta el cambio permanente de reglas, muchas de ellas ni siquiera escritas.

Baja interanual 
Las exportaciones de la provincia de Santa Fe acumularon en el primer cuatrimestre de 2013 un valor de US$ 2448 millones, lo cual implicó una baja interanual del 50,8%.
Las cantidades comercializadas también se redujeron en 56,8% a pesar de los mayores precios internacionales. Las restricciones a los productos importados, así como la menor demanda mundial, principalmente desde Brasil y los países europeos, llevaron a que las exportaciones se contrajeran considerablemente.
En términos nominales, la evolución de las exportaciones fue desfavorable, mostrándose la mayor caída en las manufacturas de origen agropecuario (-69,3%), seguidas por las manufacturas de origen industrial (-45,1%). Los principales destinos de las exportaciones santafecinas en los primeros cuatro meses de año fueron: Brasil (24,3%) con una caída del 5,9% respecto del año anterior, y Chile (4,7%).
Los únicos compradores que han registrado un incremento de las ventas externas fueron EEUU (48,3%) que aumentó las compras de cereales y productos químicos; y Uruguay (11%) adquiriendo harina y aceite de soja.
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5 de agosto de 2013

Contrabando: origen de la corrupción

En la edición de ayer 4 de agosto del Diario Perfil salió publicada un artículo de Diego Valenzuela (*) sobre el lado oscuro de la identidad portuaria de Buenos Aires en tiempos de la colonia (ver aquí el enlace).
Dos fragmentos del texto me llamaron especialmente la atención por la actualidad que denotan. 
En primer lugar, el pasaje referido a los vacuos intentos de las autoridades por desactivar el sistema; una foto de los actuales nichos de corrupción y las muchas cajas negras que administran inescrupulosos aduaneros, especialmente en la principal aduana del país.
Por otro lado, el fragmento del final, que alude a la decisión política de tolerar el comercio ilegal como una manera de sostener sostener el satus quo, desnudando la propia incapacidad del Estado para generar una sociedad equitativa y socialmente integrada. Doscientos años después, la brutal expansión de espacios como La Salada demuestra la decisión política de "laissez faire" en tiempos de una creciente presión fiscal y de un agobiante comercio exterior administrado.

El mito urbano sostiene que debajo de Buenos Aires hay innumerables túneles que servían en tiempos de la colonia para facilitar el contrabando. Pero la realidad histórica es que el comercio ilegal, fuente de grandes fortunas porteñas, no necesitaba de pasadizos secretos, se hacía en la superficie, y a la vista de todos.
Los túneles se justifican en la necesidad de defensa de la ciudad, o a lo sumo en la necesidad de circular en una ciudad hostil. Buenos Aires era una aldea sin calles asfaltadas y menos veredas, cruzada por ráfagas de polvo o inundada por barro cuando llovía. Ir de un edificio importante a otro podía convertirse en una misión casi imposible.
Como elemento de defensa, los túneles habrían servido para unir las manzanas fuertes de Buenos Aires, fundamentalmente a partir de los edificios religiosos. Como no pudieron completarse, quedaron sólo fragmentos debajo de los principales edificios públicos, entre la Manzana de las Luces, el Cabildo, y la Catedral. No se ha encontrado conexión con el Fuerte (hoy Casa Rosada).

Los túneles no eran necesarios porque entonces el 90% del comercio se hacía por izquierda. Para ser claros: el contrabando fue una de las principales actividades realizadas por los comerciantes de Buenos Aires, forma de mantener activa y poblada a la ciudad, y financiando un dispositivo de defensa. Las intentos de reprimirlo fueron vanos, y se llegó al punto de comprar legalmente cargos públicos por parte de contrabandistas (en “subastas públicas”), quienes concentraban así poder socioeconómico y administrativo.
Eran habituales las alianzas entre contrabandistas y funcionarios, asociación de intereses y corrupción. Los comerciantes eran influyentes y ayudaban a los funcionarios a vivir una vida menos penosa en el Plata. De hecho, el contrabando es el origen de la hermosa ciudad de Colonia, que se convertiría por decisión de los portugueses en la puerta de escape del comercio de Buenos Aires y centro para el comercio no permitido.

Un documento de 1760 afirma que el contrabando “se hace sin reparo y a la vista pública”, y asegura que “los encargados de los registros avalan o participan del comercio ilegal”.
Los exorbitantes derechos que se cobraban en medio del sistema monopólico desalentaban el comercio legítimo. En la zona del Río de la Plata se concentraban quintas, chacras y estancias. El Riachuelo –un riacho apacible y no una cuenca contaminada como hoy– era zona clave de ingreso a la ciudad y puerto natural.
Los barcos descargaban los esclavos y las mercaderías en muelles privados, sin pasar por el Puerto ni por la vista de las autoridades. Los datos que “blanqueaban” los capitanes solían reflejar una pequeña parte del comercio que verdaderamente se realizaba.

Zacarías Moutoukias, en su clásico trabajo Contrabando y control colonial, explica que el contrabando en el Río de la Plata fue un fenómeno masivo que consistía en la “infracción regular de las normas” con la complicidad de los representantes de la Corona, quienes de este modo se integraban en la oligarquía local.
Poco interesa que esas actividades estuvieran prohibidas. “La confusión aumenta con la utilización del término corrupción, cargado de anacrónicas connotaciones delictivas”, desafía Moutoukias. Es que resulta delicado distinguir entre comercio legal e ilegal: ambos formaban parte del mismo fenómeno y eran protagonizados por las mismas personas.

Los historiadores juzgan al contrabando como algo parecido a una válvula de escape a las contradicciones del sistema; el comercio ilícito era consecuencia de la incapacidad de la industria española de abastecer a las plazas americanas, justificando la ilegalidad en la necesidad de sostener cierta prosperidad comercial que asegurara la existencia de los dominios hispanoamericanos. La complicidad de los funcionarios reales era justificada en los vacíos de las leyes, en los bajos sueldos que recibían y en la demora en cobrarlos.
Y, como se dijo, no necesitaban de misteriosos túneles: el contrabando se hacía a la luz del día.

(*) Diego Valenzuela es periodista e historiador.
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