por Nicolás Martín Cassanello
Finalmente llegó el día. Se marchó SAMPAN, buque que permaneció amarrado en el puerto local por 39 meses. Tanto tiempo pasó que, al momento de la partida, su nombre oficial perdió las ultimas tres letras.
La estadía del panamax jamás pasó desapercibida por la comunidad santafesina, ciertamente menos acostumbrada a otear el movimiento de buques que un rosarino o un porteño.
Pero a diferencia de lo que ocurre en esas latitudes, el emplazamiento de este cetáceo metálico se encontraba en pleno corazón de la ciudad: a tres cuadras del centro, unas siete de la Casa de Gobierno provincial, frente al complejo comercial que comprende hotel+casino+shopping.
Toda una atracción flotante, antes que un coloso de carga.
La partida estaba prevista para las 8 de la mañana pero los cientos de personas que se amucharon para presenciar el evento debieron esperar un par de horas hasta que se disipara la intensa niebla que colmaba la ciudad .
La pintoresca jornada (y la previa) fue documentada por los medios locales; las crónicas se pueden leer acá y acá.
Se fue nomás el SAM, rumbo a Mumbay para ser desguazado.
Para muchos, se fue un pedazo de la postal santafesina.
Para mi hija Julia, se fue el barco del Capitán Garfio. Juro que es cierto.
Para mi, se fue la demostración de que Santa Fe puede recibir buques oceánicos de 40 mil toneladas. Satisfecho por eso, aunque hubiera preferido que se fuera cargado. Seguimos trabajando para que lleguen otros más.
A continuación, algunas fotos que saqué con mi MotoG, sin editar ni retocar.
Finalmente llegó el día. Se marchó SAMPAN, buque que permaneció amarrado en el puerto local por 39 meses. Tanto tiempo pasó que, al momento de la partida, su nombre oficial perdió las ultimas tres letras.
La estadía del panamax jamás pasó desapercibida por la comunidad santafesina, ciertamente menos acostumbrada a otear el movimiento de buques que un rosarino o un porteño.
Pero a diferencia de lo que ocurre en esas latitudes, el emplazamiento de este cetáceo metálico se encontraba en pleno corazón de la ciudad: a tres cuadras del centro, unas siete de la Casa de Gobierno provincial, frente al complejo comercial que comprende hotel+casino+shopping.
Toda una atracción flotante, antes que un coloso de carga.
La partida estaba prevista para las 8 de la mañana pero los cientos de personas que se amucharon para presenciar el evento debieron esperar un par de horas hasta que se disipara la intensa niebla que colmaba la ciudad .
La pintoresca jornada (y la previa) fue documentada por los medios locales; las crónicas se pueden leer acá y acá.
Se fue nomás el SAM, rumbo a Mumbay para ser desguazado.
Para muchos, se fue un pedazo de la postal santafesina.
Para mi hija Julia, se fue el barco del Capitán Garfio. Juro que es cierto.
Para mi, se fue la demostración de que Santa Fe puede recibir buques oceánicos de 40 mil toneladas. Satisfecho por eso, aunque hubiera preferido que se fuera cargado. Seguimos trabajando para que lleguen otros más.
A continuación, algunas fotos que saqué con mi MotoG, sin editar ni retocar.
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