por Nicolás
Martín Cassanello
En
un
post
reciente
repasamos
el
discurso
de
la
presidenta
Cristina
Fernandez
durante
el
acto
de
asunción
del
cargo
presidencial,
enfocándonos
en
sus
comentarios
sobre
la
política
de
Comercio
Exterior,
a
la
vez
que
dimos
cuenta
de
la
creación
de
la
Secretaría
de
Comercio
Exterior
dependiente
del
Ministerio
de
Economía
y
Finanzas
Públicas
de
la
Nación.
El pasado
24 de Enero el presidente Barack Obama presentó su discurso sobre el
Estado de la Unión (State of the Union) y nos pareció interesante
realizar el mismo ejercicio para conocer la impronta que le asignará
a la política de “comex” norteamericana durante el 2012.
Gracias
a
Wikipedia
sabemos
que
el
Discurso
del
Estado
de
la
Unión
se
lleva
a
cabo
de
manera
anual,
consiste
un
informe
que
el
Presidente
brinda
al
Congreso
de
los
Estados
Unidos.
Usualmente
se
realiza
durante
el
mes
de
enero,
y
su
importancia
radica
en
que
el
Ejecutivo
determina
cuáles
serán
sus
iniciativas
políticas
y
el
curso
que
le
dará
a
la
gestión
durante
el
año
en
trato.
Si trazamos
un paralelo con la vida institucional argentina, podemos hallar
similitudes entre este evento y el acto de apertura de sesiones
ordinarias del Congreso de la Nación que encabeza el titular el
Presidente argentino ante la Asamblea Legislativa a principios del
mes de marzo.
La
exposición
de
Obama
se
puede
consultar
completo
en
inglés
en
este
link,
y
su
lectura
en
castellano
se
consigue
-por
ejemplo-
en
este
enlace.
El
presidente,
entre
otros
asuntos,
destacó
la
necesidad
de
realizar
una
reforma
fiscal,
repasó
asuntos
vinculados
con
la
política
energética,
anuncios
sobre
la
política
habitacional
y
educativa,
así
como
novedades
sobre
el
pago
de
la
deuda
pública.
También
sabemos,
vía
FastCheck.org
que
Obama
acertó
en
sus
previsiones
sobre
la
amenaza
talibán,
el
control
migratorio
en
la
frontera
con
Mexico
y
la
creación
de
puestos
de
trabajo.
Además, es
lo que aquí nos interesa, se refirió a la situación del comercio
exterior norteamericano en estos términos:
"En 2008, la casa de papel se derrumbó. Supimos que se le vendieron hipotecas a gente que no podía pagarlas o no podía entenderlas. Los bancos hicieron apuestas gigantescas y dieron bonificaciones con el dinero de otra gente. Los reguladores habían hecho la vista gorda, o carecían de autoridad para ponerle fin al comportamiento deplorable.(...)Ésos son los hechos. Sin embargo, éstos también lo son. En los últimos 22 meses, los negocios han creado más de tres millones de empleos. El año pasado, crearon la mayor cantidad de empleos desde el 2005. Las empresas manufactureras de EE.UU. están contratando nuevamente, creando empleos por primera vez desde fines de la década de 1990. Juntos, hemos acordado recortar el déficit más de $2 billones. Y hemos establecido nuevas reglas para responsabilizar a Wall Street, de manera que nunca más ocurra una crisis como ésta.(...)No, no regresaremos a una economía debilitada por la exportación de los trabajos, deudas incobrables, y ganancias financieras ficticias. Esta noche, quiero hablar sobre cómo vamos adelante y presentar un plan específico para una economía construida para perdurar: una economía construida sobre la manufactura de los EE.UU., la energía de los EE.UU., la capacitación de los trabajadores de los EE.UU., y una renovación de los valores de los EE.UU.(...)Debemos comenzar con nuestro código tributario. Actualmente, las compañías reciben ventajas impositivas por trasladar empleos y ganancias al extranjero. Mientras tanto, las compañías que optan por permanecer aquí pagan una de las tasas de impuestos más altas del mundo. Eso no tiene sentido, y todos lo saben.(...)Segundo, ninguna compañía estadounidense debe poder evitar pagar la parte que le corresponde de impuestos debido al traslado de empleos y ganancias al extranjero. De ahora en adelante, toda empresa multinacional debe tener que pagar un impuesto mínimo básico. Y hasta el último centavo debe usarse para reducirles los impuestos a las empresas que opten por permanecer aquí y contratar aquí.Tercero, si usted es una empresa manufacturera estadounidense, debe recibir un recorte mayor de impuestos. Si es una empresa manufacturera de alta tecnología, deberíamos duplicar la deducción de impuestos que usted recibe por fabricar aquí sus productos. Y, si quiere mudarse a una comunidad que sufrió un grave impacto cuando alguna fábrica se marchó de allí, usted debe recibir ayuda para financiar una nueva planta, equipo, o capacitación para los nuevos trabajadores.Mi mensaje es sencillo. Es hora de dejar de recompensar a los negocios que envíen empleos al extranjero, y comenzar a recompensar a las compañías que creen empleos aquí mismo en los EE.UU. Envíenme esas reformas fiscales y yo las firmaré de inmediato.También estamos facilitándoles a las empresas de los EE.UU. la venta de sus productos en todas partes del mundo. Hace dos años, fijé una meta de duplicar las exportaciones de EE.UU. durante un período de cinco años. Con los acuerdos comerciales bipartidistas que he promulgado, estamos en vías de cumplir dicha meta antes de lo proyectado. Pronto habrá millones de nuevos clientes de productos de Estados Unidos en Panamá, Colombia y Corea del Sur. Pronto, habrá nuevos autos en las calles de Seúl importados de Detroit, Toledo, y Chicago.Iré a cualquier lugar del mundo para abrir nuevos mercados para los productos de los Estados Unidos. Y no me mantendré al margen cuando nuestra competencia no se rija por las reglas. Hemos iniciado casi el doble de los casos comerciales contra China que los iniciados por la administración anterior, y ha tenido efecto. Más de mil estadounidenses tienen trabajo hoy porque detuvimos un gran aumento en el consumo de llantas chinas. Pero tenemos que hacer más. No está bien que otro país permita la piratería de nuestras películas, música y software. No es justo que las empresas manufactureras extranjeras nos lleven ventaja sólo porque tienen numerosos subsidios.Esta noche, estoy dando a conocer la creación de una Unidad de Cumplimiento de las Reglas Comerciales que será responsable de la investigación de prácticas comerciales injustas en países tales como China. Habrá más inspecciones para impedir la entrada de productos falsos o dañinos a nuestro país. Y este Congreso debe cerciorarse de que ninguna compañía extranjera tenga ventaja sobre la manufactura estadounidense en lo que respecta a obtener financiamiento o incursionar en nuevos mercados tales como Rusia. Nuestros trabajadores son los más productivos del mundo y, si hay igualdad de circunstancias, les prometo que EE.UU. siempre logrará ganar.”
Repasemos
entonces el “Plan Obama”: restricción de subsidios y limitación
de deducciones impositivas a empresas que producen fuera del país,
imposición tributaria mínima para empresas que producen fuera del
país, disminución de tributos para la producción manufactura
local, la cual se incrementa en caso de empresas de alta tecnología,
facilitación de exportaciones, aplicación de sanciones contra
supuestos de piratería y competencia comercial desleal, creación de
la Unidad de Cumplimiento de las Reglas Comerciales.
El discurso
de diciembre de la presidenta Cristina Fernández ante la Asamblea
Legislativa, tuvo una notable afinidad con algunas propuestas
del mandatario norteamericano: destacó el aumento de la
participación del comercio exterior en el PBI argentino, así como
de consolidar el superavit comercial y mantener un nivel elevado de
reservas. También se refirió a cambios en la política exterior,
desde hace un tiempo claramente enfocada en el fortalecimiento de la
región (Unasur, Banco del Sur, Mercosur), lo mismo que ocurre en
materia de política comercial.
Tampoco
faltó el cliché de la “sintonía fina”, trillado concepto
que alude a la “reasignación de recursos” de manera eficiente,
conceptos en los que también se detuvo Obama (asimismo cabe
mencionar que la sintonía fina criolla además se vislumbra en
reducción de subsidios al consumo, moderación de expectativas
salariales y otras decisiones de política económica tendientes a preservar la Caja, temas que
exceden los tópicos de este blog.)
En
materia
“comex”
los
presidentes
se
despacharon
con
la
creación
de
nuevos
organismos
con
competencia
en
la
materia:
en
Argentina
contamos
con
la
Secretaría
de
Comercio
Exterior,
mientras
que
Obama
intentará
combatir
prácticas
comerciales
desleales
con
la
Unidad
de
Cumplimiento
de
las
Reglas
Comerciales
(atribuciones
que
también
ostenta
la
repartición
argentina).
Abro un
paréntesis para mencionar que considero acertada la creación de una
Secretaría de Estado con competencia en asuntos vinculados al
comercio exterior; pero el festejo se convierte en desconcierto
cuando se designa al frente de la misma a una funcionaria cuyos
antecedentes profesionales inmediatos la encuentran al frente del
INDEC y en el directorio de Papel Prensa.
También
coincido
con
la
presidenta
en
que
la
“multiplicidad
de
ventanas”
se
traduce
muchas
veces
en
un
innecesario
dispendio
de
recursos
públicos
y
caldo
de
cultivo
para
prácticas
inescrupulosas
(cuando
no
corruptas)
de
funcionarios
y
empresarios.
La
implementación
de
una
Ventanilla
Única
viene
siendo
planteada
desde
la
Federación
de
Cámaras
de
Comercio
Exterior
(FeCaCERa)
y
otras
entidades
desde
hace
ya varios años.Por
caso,
en
la
última
década
en
vez
de
consolidar
una
política
estratégica
en
comercio
exterior,
se
multiplicaron
programas
y
organismos
que
con
dispar
éxito
intentaron
apuntalar
la
presencia
de
empresas
argentinas
en
el
externajero:
Pro-Argentina
(Ministerio
de
Economía),
Argentina
Trade
Net
(Ministerio
de
Relaciones
Internacionales)
y
Fundación
ExportAr
(Ministerio
de
Relaciones
Internacionales).
Regresando
al
desglose
de
los
discursos
presidenciales,
las
semejanzas
se
presentan
también
en
la
política
de
“produzca
aquí”,
aunque
los
caminos
elegidos
en
un
caso
y
otro
son
dispares:
Obama
se
propone
eliminar
subsidios
y
deducciones
impositivas
a
empresas
que
producen
fuera
del
país
para
promover
su
retorno,
y
para
aquellas
que
producen
ciertos
bienes
el
beneficio
se
traduce
en
eliminación
de
tributos.
Cristina,
en
cambio,
está
practicando
una
amplia
eliminación
de
subsidios
a
empresas
que
operan
en
el
país
(lo
cual
en
muchos casos
es
estrictamente
justo),
recurre
al
incremento
de
tributos
(derechos
de
aduana,
impuestos
internos
y
otros)
y
aplicación
de
licencias
no
automáticas.
También
se
recurre
a
controvertidas
medidas
con
respaldo
jurídico
cuestionable
o
directamente
ausente:
presiones
del
organismo
recaudador
para
limitar
la
adquisición
de
divisas,
exigencias
de
exportar
productos
para
permitir
la
importación,
pedidos
de
autorización
de
compra
a
secretarías
de
estado
sin
competencia
para
imponer
prohibiciones,
implementación
de
una
declaración
jurada
anticipada
de
importación
que
desconoce
el
régimen
de
Licencias
adoptado
en
el
seno
de
la
OMC.
Cierto es
que el país del norte también aplica cuestionables medidas
restrictivas : desde fuertes subsidios a la producción nacional
(igual que sus pares europeos) a la imposición unilateral de
exigencias para exportar a su país tales como el escaneo obligatorio
de contenedores en origen, sistema de “prior notice” o
notificación previa al embarque entre muchos otros.
El tiempo
dirá si estas medidas constituyen desviaciones transitorias del
sistema multilateral de comercio, o si su proliferación y tolerancia
por parte de los actores exhibe un nuevo panorama de políticas
comerciales que se instalarán por un buen tiempo.
En todo
caso, parece que nos acostumbraremos a escuchar seguido la justificación “It’s the fine tuning, stupid”.
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