por Nicolás Martín Cassanello
Mañana de domingo, leo “ 7:24” en
la pantalla de mi celular. Hace una media hora que Julita se pasó a
la cama con mamá y papá.
Su gutural reclamo de
“aaaguaa” me obliga a buscar en la heladera su vasito con
dispositivo antiderrame. «Necesita
una enjuagada» me
percato, y derramo tres gotas de detergente en la esponja
pronunciando alguna clase de blasfemia.
Regreso al dormitorio resignado por atisbar lo inevitable: ya no me duermo más. Debería buscar en la
TV si pasan algo de sofisticado cine de autor: 19 minutos filmando
una ramita de sauce o algo similar que me devuelva a los brazos de
Morfeo.
De pronto aparecen 4 palabras que
ayudan a trastocar mi humor: “yo-tenía-un-blog”. Alguna musa
sigue de guardia, y trasnochada me asesta un cross de derecha que me
termina por despabilar.
Dice el Salmón que “habrá que
desenvainar las espadas del texto/y escribir una canción aunque no
haya algún pretexto/y dedicársela al primero que pase caminando”...
I used to have a blog.
Transcurría 2009 y no hallaba la
manera de sentarme a escribir la tesis de posgrado para concluir mi
especialización en gestión aduanera. Se me ocurrió, entonces, que
necesitaba amigarme con el análisis y la escritura de asuntos
vinculados al comercio internacional que me resultaran relevantes.
Esa fue la principal excusa para darle
vida a PORTORIA. «Bien,
opinemos, señalemos estos matices jurídicos, aduaneros, económicos,
que la tesis se va a escribir sola», me dije.
Además,
«fuera de
cierta prensa especializada, no existen websites 2.0 que se ocupen de
la materia comex, mucho menos desde un punto de vista jurídico»
. Listo.
Una premisa que intenté
sostener desde un primer momento fue la creación de, al menos, una
entrada o post al mes. Eso dotaría al blog de la dinámica y
frescura que cualquier manual 2.0 ordena respetar.
Desde entonces pudimos cumplir sin
mayores problemas con este punto: en seis meses de 2009 el sitio tuvo
15 entradas, en 2010 fueron 19, en 2011 pegamos un salto y nos
ubicamos en 31. En lo que va de 2012 llevamos 23 entradas.
Sin embargo, la apuesta inicial era en
verdad un poco más ambiciosa. PORTORIA debería tener, al menos, una
entrada al mes... de mi autoría. El postulado fue evitar, en lo
posible, la transcripción de novedades mediante un “copy &
paste” de contenidos desarrollados por terceros.
«Tratemos
de obsequiarle al blog su propia voz».
El
esfuerzo consistiría en redactar cada post (¿el plural de “post”
es “postS”?) o editarlo cuando fuera obra de un tercero.
Porque
PORTORIA se trata de una iniciativa personal, pero desde un primer
momento gestada con puertas abiertas a la interacción y
participación de otras voces. Por eso se llama de esa manera y no
“el blog de Nicolás Cassanello” o
“nicolascassanello.blogspot.com”. No quisiera que cuestiones de
cartel disuadieran a alguien de realizar algún valioso aporte al
debate.
Retomando
aquella idea, debo reconocer que en este año la cosecha de entradas
propias es más bien escasa. No voy a alegar motivos extraordinarios:
me resulta complicado -tal vez imposible- escribir en la semana. Y el
fin de semana faltan ganas, inspiración tal vez, y necesidad de
disfrutar ese tiempo con mi familia y amigos en vez de interactuar con la
pantalla.
También
es cierto que los asuntos relevantes en un determinado momento dejan
de serlo semanas después. Muchos artículos deben
ser escritos just in
time,
ya que de otra manera carecen de trascendencia. Debo tener escritas
al menos 4 carillas sobre la relación entre la Ley Antiterrorista y
el derecho aduanero argentino; otro tanto sobre la inconstitucionalidad del cepo cambiario impuesto por AFIP, sobre la
reducción de plazos para ingresar divisas, y la lista continúa.
Como
en la conocida historia de Mary Shelley, nuestras creaturas
permanecerán escondidas a la espera que algún rayo de actualidad
les insufle vida.
Mientras tanto, la persiana del
dormitorio se enrolla y escucho la voz de mi nena preguntando dónde
me metí.
Es tiempo de cortar con esto.
«Enter».
Subo el
post sin más preámbulos ni preparaciones.
Seguimos en contacto. Es tiempo de disfrutar de algo más
bello
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