por NMC
Hace un par de semanas fue publicado un número especial del Suplemento de Comercio Exterior de La Nación, con motivo de su 20° aniversario.
Tal como expresa Emiliano Galli en su comentario editorial, "hace 20 años, La Nación tuvo la visión
necesaria para dedicarle un espacio fijo, semanal, al comercio exterior. La globalización borró las fronteras, y las exportaciones e importaciones se transformaron en flujos bidireccionales entre eslabones de una cadena transnacional de producción y valor. Hace 20 años, La Nación percibió que el desarrollo definitivo del país vendría de la mano de la ampliación de su mercado, de la multiplicación de la oferta y demanda, y de su efecto virtuoso en el empleo."
Considero que se trata de una publicación que ha sabido alternar dosis de actualidad con destacadas columnas de doctrina, un espacio en donde se expresan sindicalistas y funcionarios, voces del mundo académicos y del sector empresarios, donde se informa sobre novedades que atañen a las terminales portuarias de Buenos Aires, pero también es noticia lo que sucede en Barranqueras o Santa Fe. He modificado mis hábitos de lectura los domingos, pero el suple de La Nación sigue siendo una fija de los martes, y seguramente también lo es para el resto de los empresarios y profesionales del comercio exterior.
El ejemplar aniversario resulta especialmente interesante porque exhibe una fotografía del sector comex en su versión 2014.
En materia de IMPORTACIONES, el presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina Diego Pérez Santiesteban expresa que "las importaciones recorren transversalmente toda la industria. Cualquier tipo de industria argentina tiene al menos un insumo importado", y agrega que "hoy, como de hace 5, 10 y 30 años, (...) 8,4 de cada 10 dólares que importamos van a la producción, la industria, el campo, infraestructura de servicios públicos y privados, o es energía. En los primeros 9 meses de 2014, el 38% de lo importado fue bienes de capital (máquinas, piezas y accesorios); 28%, bienes intermedios (materias primas, insumos y semielaborados); 18% combustibles y lubricantes; 10% bienes de consumo; y 6% vehículos automotores de pasajeros (90% es intercambio "compensado" con Brasil). La composición actual está muy influida por el notable crecimiento de las importaciones de energía en los últimos ocho años. Hasta entonces, la energía implicaba 6% de las importaciones; los bienes de capital, 40%; los bienes intermedios, 30%, y los autos, 8%."
A propósito de las EXPORTACIONES, la situación descrita por Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina, no es mucho mejor. Entiende que "la estrategia de comercio administrado instalada a fines de 2011 y el denominado Plan de Aumento y Diversificación de las Exportaciones (Padex) de diciembre de 2013 no han producido los resultados esperados. No prevemos que en 2015 se realicen cambios indispensables como el desmantelamiento de los derechos de exportación o la modificación las regulaciones restrictivas sobre el comercio exterior."
Sostiene, como dato estructural, "que la estrategia exportadora que se está siguiendo es ininteligible y esto tiene un efecto en la confianza, que se debilita a través de déficit en la calidad y transparencia de la información pública (efecto Indec), la cultura de responsabilidad (planes estratégicos vs. su implementación real) y la integridad (percepción que se está haciendo lo correcto, por ejemplo, desmantelar los derechos de exportación)".
El presidente de la Cámara Santafesina de la INDUSTRIA NAVAL, Miguel Álvarez, participa con una columna donde expresa que el sector está estancado hace alrededor de 10 años “y con un 80% de capacidad instalada ociosa. Los astilleros privados competitivos pueden contarse con los dedos de una mano y los talleres de reparación a la vera de la hidrovía Paraná Paraguay están en desventaja respecto de los pares paraguayos, quienes tienen menor carga tributaria y facilidades aduaneras para reparar. Pero la realidad de la industria naval argentina debe entenderse en el marco de la realidad regional del Mercosur, donde sigue pendiente el acuerdo de una visión estratégica común y consensuada para la aplicación de políticas que solucionen las asimetrías existentes. Por caso, la Argentina sigue mirándose el ombligo y toma medidas inconsultas como la disposición 1108 de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, que comenzó siendo un grito patriota y terminó por perjudicar al puerto de Rosario, entre otros."
Por último, destaco las palabras de Gustavo Lopez, presidente del Centro de DESPACHANTES DE ADUANA, quien con inusual dureza desarrolla el complicado procedimiento (otro más, y van...) de “Rectificación” de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación. “(...) Las RJAI, amén de carecer de base normativa suficiente -y contradecir las normas aplicables- generan inconvenientes a un sector de la economía que no pasa por un contexto auspicioso, lo que esperamos se revierta a la brevedad.”
El resto de las notas publicadas pueden consultarse más abajo:
Todos los créditos para Alejandro Álvarez / La Nación |
Tal como expresa Emiliano Galli en su comentario editorial, "hace 20 años, La Nación tuvo la visión
necesaria para dedicarle un espacio fijo, semanal, al comercio exterior. La globalización borró las fronteras, y las exportaciones e importaciones se transformaron en flujos bidireccionales entre eslabones de una cadena transnacional de producción y valor. Hace 20 años, La Nación percibió que el desarrollo definitivo del país vendría de la mano de la ampliación de su mercado, de la multiplicación de la oferta y demanda, y de su efecto virtuoso en el empleo."
Considero que se trata de una publicación que ha sabido alternar dosis de actualidad con destacadas columnas de doctrina, un espacio en donde se expresan sindicalistas y funcionarios, voces del mundo académicos y del sector empresarios, donde se informa sobre novedades que atañen a las terminales portuarias de Buenos Aires, pero también es noticia lo que sucede en Barranqueras o Santa Fe. He modificado mis hábitos de lectura los domingos, pero el suple de La Nación sigue siendo una fija de los martes, y seguramente también lo es para el resto de los empresarios y profesionales del comercio exterior.
El ejemplar aniversario resulta especialmente interesante porque exhibe una fotografía del sector comex en su versión 2014.
En materia de IMPORTACIONES, el presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina Diego Pérez Santiesteban expresa que "las importaciones recorren transversalmente toda la industria. Cualquier tipo de industria argentina tiene al menos un insumo importado", y agrega que "hoy, como de hace 5, 10 y 30 años, (...) 8,4 de cada 10 dólares que importamos van a la producción, la industria, el campo, infraestructura de servicios públicos y privados, o es energía. En los primeros 9 meses de 2014, el 38% de lo importado fue bienes de capital (máquinas, piezas y accesorios); 28%, bienes intermedios (materias primas, insumos y semielaborados); 18% combustibles y lubricantes; 10% bienes de consumo; y 6% vehículos automotores de pasajeros (90% es intercambio "compensado" con Brasil). La composición actual está muy influida por el notable crecimiento de las importaciones de energía en los últimos ocho años. Hasta entonces, la energía implicaba 6% de las importaciones; los bienes de capital, 40%; los bienes intermedios, 30%, y los autos, 8%."
A propósito de las EXPORTACIONES, la situación descrita por Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina, no es mucho mejor. Entiende que "la estrategia de comercio administrado instalada a fines de 2011 y el denominado Plan de Aumento y Diversificación de las Exportaciones (Padex) de diciembre de 2013 no han producido los resultados esperados. No prevemos que en 2015 se realicen cambios indispensables como el desmantelamiento de los derechos de exportación o la modificación las regulaciones restrictivas sobre el comercio exterior."
Sostiene, como dato estructural, "que la estrategia exportadora que se está siguiendo es ininteligible y esto tiene un efecto en la confianza, que se debilita a través de déficit en la calidad y transparencia de la información pública (efecto Indec), la cultura de responsabilidad (planes estratégicos vs. su implementación real) y la integridad (percepción que se está haciendo lo correcto, por ejemplo, desmantelar los derechos de exportación)".
El presidente de la Cámara Santafesina de la INDUSTRIA NAVAL, Miguel Álvarez, participa con una columna donde expresa que el sector está estancado hace alrededor de 10 años “y con un 80% de capacidad instalada ociosa. Los astilleros privados competitivos pueden contarse con los dedos de una mano y los talleres de reparación a la vera de la hidrovía Paraná Paraguay están en desventaja respecto de los pares paraguayos, quienes tienen menor carga tributaria y facilidades aduaneras para reparar. Pero la realidad de la industria naval argentina debe entenderse en el marco de la realidad regional del Mercosur, donde sigue pendiente el acuerdo de una visión estratégica común y consensuada para la aplicación de políticas que solucionen las asimetrías existentes. Por caso, la Argentina sigue mirándose el ombligo y toma medidas inconsultas como la disposición 1108 de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, que comenzó siendo un grito patriota y terminó por perjudicar al puerto de Rosario, entre otros."
Por último, destaco las palabras de Gustavo Lopez, presidente del Centro de DESPACHANTES DE ADUANA, quien con inusual dureza desarrolla el complicado procedimiento (otro más, y van...) de “Rectificación” de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación. “(...) Las RJAI, amén de carecer de base normativa suficiente -y contradecir las normas aplicables- generan inconvenientes a un sector de la economía que no pasa por un contexto auspicioso, lo que esperamos se revierta a la brevedad.”
El resto de las notas publicadas pueden consultarse más abajo:
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